Que no,
que tampoco es para tanto que me falte de todo
si a mi mismo no me falto yo.
¿Qué mas da andar descalzo?
Si aún me quedan pies para andar y corazón para sentir por donde ando.
Y el sol es mi compadre;
y aún me quedan lunas por vivir y versos que escribir con la tinta de mi sangre y ser tan libre como el aire...
Y no tener más Dios que uno mismo, ni más patria que el abismo de esta tierra de nadie.
Porque el fracaso es relativo,
pues depende de cuánto necesitas para vivir y yo con lo que tengo sobrevivo.
Yo te deseo, amigo mío, que no te cieguen las virtudes de un salario.
No te traiciones por pasiones que no sientes.
Que no te impongan qué es lo necesario; aún quedan cosas que no se venden.
Que no intentes ser feliz con sucedáneos y que aprendas cometiendo tus errores.
Que para el alma la materia es lo precario y para el hombre los pecados, profesores.
Dicen que existen dolores que te llaman por tu nombre.
Considero el rap la ventana hacia la poesía que se nos abre discreta y silenciosa, incluso disimulada bajo los ritmos de bombo y caja. Así es como se disfrazan versos que nacen fruto de un esfuerzo de conseguir una pieza armónica, que fluye fácil y se acomoda a la voz del que la canta sobre el micro.
No es fácil hacer buen rap. No sólo por el contenido de las letras, lo cuál va relacionado con la capacidad creadora del artista (aunque más de uno no merecen dicho sustantivo para describirlo). Por eso me gustan las canciones de rap que echan mano de un amplio abanico de recursos literarios para embellecer sus canciones, cosa que le añade valor a la canción y, probablemente, hace que merezca llamarse poesía.
Para mí lo interesante del rap es el carácter popular que desarrolló desde sus inicios, siempre arraigado al barrio (aunque cabe decir que el estereotipo de rapero que se crió en la calle de un barrio sin oportunidades y que creció en el seno de una familia desestructurada está demasiado explotado, hasta el punto que ya no sabes si son sólo etiquetas recitando encima de un escenario).
De esta manera, el rap se convierte en la puerta al mundo de una manera poco convencional, que mira con ojos críticos a la dominación, a la esclavitud, la mentira y el engaño, el monopolismo, la corrupción política… Esto es, el rap no remite a música banal siempre, sino que muchas veces encontramos verdaderos poetas enfundados en sudaderas con capucha y micro en mano.
Se debería escapar de la simple idea que estereotipa a la música de genero rap y a los artistas raperos y los encasilla en calificaciones que los describen como jóvenes fracasados intelectualmente y que recurren a la droga y a la violencia para redimirse. Esta idea debe ser abandonada, porque detrás de las canciones de rap hay esfuerzos, juegas de palabras, figuras literarias… que las convierten en poesía y en cultura.
Este fragmento de Sharif, un rapero de Zaragoza, forma parte de una canción completa llamada Necesidad que grabó junto a los demás miembros que formaban la banda en la que cantaba hace unos años, Fuck Tha Posse. Concretamente he escogido este fragmento de la canción porque invita al que escucha a no ser un burro más del rebaño tras su zanahoria. A no querer y desear gratuitamente engañados por el sistema y sus mensajes perversos. A modificar nuestros valores y empezar a valorar así el cuerpo, porque es la única cosa que realmente tenemos. He encontrado adecuado poner este fragmento a modo de ejemplo de un rap que significa mucho más que vandalismo, degradación moral y fracaso en todos los niveles; que significa poesía, al fin y al cabo. Y es una poesía que nos abre ventanas hacia una realidad que no nos es enseñada por los medios convencionales. Quizás por esa razón el rap no fue acogido con buenos brazos en sus inicios (pero como todo, se ha acabado vendiendo también).
-ISA NADAL-
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